Todo sobre los probióticos y la pérdida de peso: ¿tomar probióticos adelgaza?
La lucha contra el sobrepeso y la obesidad es compleja y multifactorial. Muchos pacientes han probado diversos métodos sin obtener resultados sostenibles e incluso se ha llegado a popularizar la idea de que tomar probióticos adelgaza.
Lo cierto es que la investigación no ha arrojado respuestas claras. Aunque los probióticos pueden ser beneficiosos para la salud intestinal, no se puede afirmar que por sí solos generen pérdida de peso de manera directa.
Sin embargo, sí que tienen diferentes beneficios para la salud que pueden ayudar de manera indirecta a la pérdida de peso.
¿Qué son los probióticos y para qué sirven?
Los probióticos son microorganismos vivos, principalmente bacterias y levaduras, que, cuando se consumen en cantidades adecuadas, ofrecen beneficios para la salud. Su principal función es equilibrar la microbiota intestinal, un ecosistema complejo de microorganismos que residen en el tracto digestivo. Un microbioma equilibrado favorece una digestión eficiente, un sistema inmunológico robusto y una función metabólica adecuada.
¿Los probióticos ayudan a perder peso?
La relación entre probióticos y pérdida de peso ha sido objeto de numerosos estudios. Sin embargo, es importante destacar que la evidencia científica aún no es concluyente. El intestino alberga un microbioma compuesto por más de 100 billones de bacterias que desempeñan funciones esenciales. Estas contribuyen a la digestión de nutrientes y medicamentos, la protección contra gérmenes, el mantenimiento del revestimiento intestinal y la influencia en el sistema inmunológico.
Cuando las bacterias intestinales se desequilibran, surgen problemas digestivos. Aunque se ha observado que la diversidad de bacterias intestinales es menor en personas obesas, la relación exacta entre microbioma y peso aún no está clara. Algunas cepas bacterianas pueden influir en el metabolismo y en la acumulación de grasa, pero no hay estudios que indiquen una conexión directa. Por lo que no es del todo claro que los probióticos sirvan para adelgazar.
No obstante, investigaciones sí han sugerido beneficios a la salud intestinal, lo cual se evidencia de forma positiva en:
Microbiota y metabolismo
Los probióticos afectan directamente la microbiota intestinal, modulando su composición y, posiblemente, su funcionalidad. La composición y diversidad bacteriana pueden influir en la eficiencia de la extracción de energía de los alimentos, favoreciendo la acumulación de ciertas grasas en el organismo.
Algunos estudios han demostrado que la administración de probióticos puede aumentar la presencia de bacterias beneficiosas que favorecen la producción de ácidos grasos de cadena corta. Estos tienen efectos antiinflamatorios y pueden mejorar la sensibilidad metabólica.
Regulación de la insulina
La utilización de la insulina por parte del organismo es un factor clave en la obesidad y el síndrome metabólico. Según estudios de la Revista Clínica e Investigación en Arteriosclerosis, ciertos probióticos pueden mejorar la sensibilidad a la insulina al reducir la inflamación sistémica y modular las respuestas inmunitarias. Esto, a su vez, puede favorecer una mejor utilización de la glucosa en los tejidos y prevenir el exceso de almacenamiento de grasa.
Sin embargo, la evidencia aún es preliminar, pues la mayoría de los estudios han sido realizados en modelos animales o en intervenciones de corta duración en humanos. Se necesita más investigación para definir con exactitud su impacto en la pérdida de peso.
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Regulación del apetito
También se ha explorado la influencia de los probióticos en el control del apetito. La investigación sugiere que la microbiota intestinal tiene un papel en la producción y regulación de hormonas implicadas en la sensación de saciedad y hambre, como la grelina y la leptina. La hipótesis es que estas bacterias pueden fermentar carbohidratos no digeridos, generando ácidos grasos de cadena corta que influyen en la producción de mediadores neuronales y endocrinos asociados con el control del apetito.
Reducción de la inflamación sistémica
La obesidad está asociada con un estado de inflamación crónica de bajo grado. Se ha identificado que ciertas bacterias pueden causar disbiosis intestinal, contribuyendo a la inflamación sistémica, lo que aumenta el riesgo de diversas enfermedades. La evidencia sugiere que el consumo de diferentes cepas probióticas restaura la eubiosis intestinal, especialmente si se administra en tratamientos a largo plazo. En este caso, ciertos microorganismos pueden contribuir a la reducción de marcadores inflamatorios, lo que se traduce en mayor sensibilidad a la insulina y menor acumulación de grasa corporal.
Pérdida de grasa
La disminución de la masa grasa ha sido uno de los parámetros analizados, en este estudio del Instituto Nacional de Salud, al utilizar probióticos. Se ha sugerido que ciertas cepas pueden favorecer una redistribución del tejido adiposo, reduciendo la grasa visceral, que es el tipo de obesidad más asociado a complicaciones metabólicas. Sin embargo, es importante destacar que los cambios reportados han sido en gran medida por combinar una alimentación balanceada, actividad física, equilibrio hormonal, mayor saciedad, entre otros efectos.
Almacenamiento de grasa
Se cree que los probióticos pueden influir en el almacenamiento de las grasas. Según estudios de la Revista de Alimentos Funcionales, se ha observado que ciertas especies de Lactobacillus presentan efectos antiobesidad en modelos animales con sobrepeso inducido por la dieta. En estos estudios, los ratones y ratas que recibieron este tipo de probióticos experimentaron reducciones en su peso corporal, en la cantidad de tejido adiposo y en el tamaño de los adipocitos. Además, se reportó una disminución en los niveles de colesterol total y triglicéridos en sangre. Sin embargo, es importante destacar que se requieren más estudios en humanos para confirmar estos efectos.
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¿Qué cepas de probióticas pueden influir en la pérdida de peso?
No todas las bacterias probióticas actúan de la misma manera, y su influencia en la pérdida de peso dependerá en gran medida de la cepa utilizada. Dentro de las más evaluadas en estudios, con evidencia preliminar, se pueden mencionar:
Bifidobacterium lactis
Es la bacteria probiótica más documentada del mundo y se ha relacionado con mejoras en la digestión y en la reducción de la inflamación. Una revisión de los Institutos Nacionales de la Salud indica que puede contribuir a la mejora de ciertos parámetros metabólicos y favorecer un ambiente intestinal más equilibrado, lo que indirectamente puede apoyar el control del peso corporal. Sin embargo, el efecto sobre el adelgazamiento es limitado y se enmarca en un enfoque más amplio de corrección de hábitos.
Lactobacillus Gasseri
Algunos estudios han evidenciado que esta cepa podría estar asociada con una reducción del tejido adiposo, especialmente en la grasa visceral. Por ejemplo, ciertos ensayos han observado disminuciones en medidas de circunferencia abdominal tras su consumo, lo que sugiere un potencial beneficio metabólico. No obstante, estos resultados se han obtenido en contextos controlados, especialmente en ratones, por lo que se necesita más investigación.
Lactobacillus rhamnosus
En algunos ensayos clínicos, Lactobacillus rhamnosus ha mostrado un potencial mayor efecto adelgazante, especialmente en mujeres. Se considera que esta cepa puede favorecer la regulación del metabolismo y la sensibilidad a la insulina, lo que en conjunto puede contribuir a un manejo más eficiente del peso corporal. Los resultados se asocian con reducciones significativas en la masa grasa y concentraciones circulantes de leptina. Estos hallazgos deben interpretarse con precaución y en el contexto de una intervención integral.
Lactobacillus plantarum
Esta cepa es empleada en formulaciones probióticas y ha sido estudiada por sus efectos moduladores en la microbiota intestinal. Algunos ensayos de los Institutos Nacionales de la Salud sugieren que Lactobacillus plantarum puede influir en el peso corporal, en el índice de masa corporal (IMC) y los parámetros metabólicos. También, se observaron mejoras en marcadores inflamatorios. Todo esto, cuando se utiliza en combinación con otros cambios en el estilo de vida, como la alimentación y el ejercicio.
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Riesgos de los probióticos
Aunque los probióticos son generalmente seguros y beneficiosos para la mayoría de las personas, no están exentos de riesgos, especialmente para ciertos grupos vulnerables. Debido a la escasez de información sobre su mecanismo de acción, las pautas de administración adecuadas y las interacciones con ellos requieren mayor investigación.
Por ejemplo, se han reportado reacciones alérgicas y eventos adversos en niños y personas inmunodeprimidas. En individuos con sistemas inmunitarios comprometidos, la introducción de microorganismos vivos puede, en raras ocasiones, desencadenar infecciones. Aunque el riesgo es bajo, se recomienda precaución.
También, es posible que en ciertos casos los probióticos puedan interferir con la absorción de ciertos tratamientos. Por ello, se recomienda consultar a un profesional de la salud antes de comenzar cualquier complemento alimenticio.
6 Alimentos con probióticos naturales
Los probióticos se pueden obtener a través de una variedad de alimentos fermentados de forma natural. La ventaja es que, además de aportar microorganismos beneficiosos, forman parte integral de una alimentación tradicional y equilibrada. Dentro de los más comunes se encuentran:
Yogur: El yogur es quizás el alimento probiótico por excelencia. Elaborado mediante la fermentación de la leche con bacterias lácticas como Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus, conserva una alta cantidad de microorganismos vivos. Se recomienda para mejorar la digestión, la absorción de nutrientes y contribuir al equilibrio de la microbiota intestinal.
Kéfir: Similar al yogur, es una bebida fermentada que puede elaborarse a base de leche. Contiene una combinación de bacterias y levaduras que producen una textura ligeramente efervescente y rica en probióticos. Se ha relacionado su consumo con mejoras en la digestión y una mayor diversidad microbiana en el intestino. El kéfir tiene propiedad digestivas que pueden mejorar la digestión y como es bajo en calorías, puede ayudar a adelgazar.
Chucrut: El chucrut es un producto fermentado a partir de repollo o col, que se elabora mediante la fermentación láctica. Este proceso conserva los nutrientes del repollo y propicia la formación de bacterias beneficiosas, como el Lactobacillus. Es una opción interesante para incorporar probióticos de forma natural, además de proporcionar fibra y vitaminas. ¿El chucrut tiene beneficios para adelgazar? Al ser bajo en calorías y ayudar a la digestión, podría dar algunos beneficios para adelgazar, pero no de manera aislada de todos los demás factores que influyen.
Pepinillos: Cuando se elaboran de forma tradicional mediante fermentación en salmuera (y no en vinagre), los pepinillos pueden ser una fuente natural de probióticos. El proceso de encurtido se debe realizar sin pasteurización, ya que esta destruiría los microorganismos beneficiosos.
Jengibre encurtido: Aunque se conoce por su presencia en la comida asiática, se puede aprovechar como alimento probiótico. Se elabora mediante procesos fermentativos que permiten el crecimiento de bacterias beneficiosas. Ofrece un toque exótico a las comidas y se recomienda para dar equilibrio a la flora intestinal.
Tempeh: Es un producto fermentado a base de soja, originario de Indonesia, que se ha popularizado como fuente de proteínas vegetales y probióticos. Su proceso de fermentación mejora la digestibilidad de la soja y enriquece su perfil nutricional con microorganismos beneficiosos.
Conoce: Enfermedades que produce la obesidad.

La microbiota intestinal no es el único factor que influye en la pérdida de peso
Como ya se ha explicado, tomar probióticos para adelgazar no está confirmado por las investigaciones. Tiene un efecto positivo en la microbiota intestinal, pero por sí solo no va a promover la pérdida de peso.
Por su parte, la obesidad es una enfermedad multifactorial, por lo que requiere que se aborde desde un punto de vista integral, tratando cada una de sus causas. Dentro de las principales razones por las que un individuo puede experimentar un aumento de peso se pueden mencionar:
Alimentación: Una alimentación desequilibrada, elevada en ultraprocesados y baja en fibra, puede favorecer el aumento de peso y afectar negativamente a la microbiota intestinal.
Actividad física: El sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo para la obesidad. La práctica regular de ejercicio físico ayuda a incrementar el gasto calórico y mejora la sensibilidad a la insulina.
Desbalances hormonales: Alteraciones hormonales como resistencia a la insulina, hipotiroidismo o síndrome de ovario poliquístico contribuyen al aumento de peso y dificultan su pérdida.
Deficiencias nutricionales: La falta de nutrientes esenciales como hierro, vitamina D o ácidos grasos influye en el metabolismo, el estado de ánimo y los niveles de energía. Esto afecta el peso corporal.
Un tratamiento aislado no puede abordar la complejidad del sobrepeso y la obesidad. Es por ello que lo mejor es adoptar un enfoque integral que incluya el diagnóstico de médicos, nutricionistas, entrenadores y psicólogos para identificar todas las causas. Así, es posible diseñar un plan de tratamiento adaptado a cada persona.
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