10 señales tempranas de obesidad que debes conocer
El índice de masa corporal es una de las principales formas de saber que una persona tiene sobrepeso u obesidad:
Peso normal: IMC entre 18.5 y 24.9
Sobrepeso: IMC entre 25 y 29.9
Obesidad grado 1: IMC entre 30 y 34.9
Obesidad grado 2: IMC entre 35 y 39.9
Obesidad grado 3 (obesidad mórbida): IMC de 40 o más
Sin embargo, no todos llegan a la obesidad y al sobrepeso de la misma manera. Como tampoco la obesidad produce las mismas consecuencias en todos los pacientes.
En este post, mencionaremos algunas señales tempranas de que un paciente puede llegar a tener obesidad.
10 Señales tempranas de obesidad
1. Aumento de peso progresivo
El aumento de peso de forma progresiva puede ser una señal de alerta de obesidad, especialmente cuando viene acompañada de un aumento de grasa corporal en diferentes partes del cuerpo, especialmente la grasa visceral.
El aumento de peso no siempre es una señal temprana de obesidad. Durante el embarazo es normal que una mujer aumente de peso. Asimismo, una persona que realiza ejercicios de fuerza de forma regular puede experimentar un aumento de peso a causa del crecimiento de la masa muscular, sin estar en riesgo de obesidad.
Pero si este aumento de peso es progresivo y va acompañado de una mala alimentación, poca actividad física, fatiga, o algunas de las señales que mencionaremos en el resto del post; es muy probable que el paciente se encuentre en riesgo de tener obesidad.
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2. Aumento del perímetro abdominal
El aumento del perímetro abdominal es un indicativo de acumulación de grasa abdominal, lo cual es una señal temprana de obesidad y conlleva el riesgo de enfermedades metabólicas.
Un perímetro abdominal saludable se considera:
En hombres: Menor a 102 cm.
En mujeres: Menor a 88 cm.
Una vez que se superan estos índices, existe un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Cuando la grasa se encuentra a nivel visceral, existe mayor riesgo de sufrir resistencia a la insulina, hipertensión y dislipidemia. Aun cuando la persona no tenga un IMC muy alto, tener un perímetro abdominal por encima de lo saludable.
3. Dificultad para controlar el apetito
La dificultad para controlar el apetito es una señal temprana de obesidad, ya que indica un posible desbalance en los mecanismos hormonales y neurológicos que regulan la ingesta de alimentos.
Sentir hambre constantemente o tener antojos frecuentes de alimentos calóricos puede llevar a un aumento progresivo de peso y, eventualmente, al desarrollo de obesidad.
El apetito está regulado por un complejo sistema de hormonas y neurotransmisores que actúan en el cerebro, principalmente en el hipotálamo. Cuando este sistema se desregula, puede aumentar la ingesta calórica sin que la persona sea plenamente consciente de ello.
Algunas de las principales causas de la ansiedad por comer son:
Alteraciones hormonales
Leptina: Es la hormona de la saciedad. En personas con obesidad, puede haber resistencia a la leptina, lo que significa que el cerebro no recibe la señal de que ya se ha comido suficiente.
Grelina: Es la hormona del hambre, secretada por el estómago. Se ha observado que en personas con sobrepeso, la grelina puede estar aumentada o no disminuir adecuadamente después de comer (Cummings et al., 2002).
Factores neurológicos y psicológicos
Sistema de recompensa cerebral: Alimentos ricos en azúcar y grasas activan los circuitos de recompensa en el cerebro, liberando dopamina y generando una sensación placentera similar a la adicción (Volkow et al., 2013).
Estrés y ansiedad: Aumentan los niveles de cortisol, lo que estimula el apetito, especialmente por alimentos ricos en calorías.
Factores dietéticos y metabólicos
Consumo de alimentos ultraprocesados: Estos alimentos suelen tener un alto índice glucémico y provocan picos y caídas bruscas de glucosa en sangre, lo que genera más hambre en poco tiempo.
Falta de proteínas y fibra: Ambos nutrientes son esenciales para la saciedad. Una alimentación pobre en proteínas de calidad y fibra puede hacer que sientas hambre con mayor frecuencia.
4. Fatiga constante
La fatiga constante también podría ser un síntoma temprano de obesidad. La fatiga crónica puede estar relacionada con varios mecanismos metabólicos, hormonales y de estilo de vida que contribuyen al desarrollo de obesidad o que son consecuencia de ella. Así se relaciona la fatiga constante y la obesidad:
Resistencia a la insulina: es una de las consecuencias más comunes del sobrepeso y la obesidad. La resistencia a la insulina hace impiden que las células puedan utilizar la glucosa de manera eficiente, causando niveles fluctuantes de energía y fatiga.
Inflamación crónica: la obesidad está asociada con una inflamación sistémica leve debido a la liberación de citocinas proinflamatorias desde el tejido adiposo, lo que puede inducir fatiga persistente
Deficiencias nutricionales: una alimentación baja en hierro, vitamina D, magnesio y vitamina B12 puede afectar la producción de energía.
Apnea del sueño: la apnea del sueño produce dificultad para dormir en las noches, afectando la calidad del sueño y provocando somnolencia diurna y fatiga.
Exceso de cortisol: el exceso de cortisol está relacionado con el estrés crónico, la dificultad para dormir y la poca energía.
5. Ronquidos y apnea del sueño
Los ronquidos y la apnea del sueño pueden ser una señal de acumulación de grasa en la zona del cuello y la parte superior del cuerpo que obstruyen las vías respiratorias durante el sueño. Y son patologías muy comunes en pacientes con obesidad.
La AOS afecta la calidad del sueño aumentando los niveles de cortisol, disminuyendo la energía, favoreciendo la acumulación de grasa visceral y promoviendo la ansiedad por comer alimentos ricos en calorías.
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6. Resistencia a la insulina
La resistencia a la insulina y la obesidad son enfermedades que se retroalimentan entre sí, siendo causa y efecto la una de la otra. La resistencia a la insulina es una condición en la que las células del cuerpo no responden eficazmente a la insulina, lo que lleva a un aumento de los niveles de glucosa en sangre y, con el tiempo, al desarrollo de obesidad, síndrome metabólico y diabetes tipo 2.
Sin embargo, la obesidad también puede producir resistencia a la insulina.

7. Dolor articular
El exceso de peso puede producir una sobrecarga en las articulaciones, especialmente en las rodillas, caderas y zona lumbar. El exceso de peso también puede producir osteoartritis. La obesidad también puede producir inflamación de las articulaciones.
El dolor y los problemas de movilidad son muy comunes en pacientes con obesidad; lo que a su vez promueve el sedentarismo y el aumento de peso.
Por eso, la poca movilidad y la dificultad para hacer actividad física pueden ser señales tempranas de obesidad.
8. Enfermedades gastrointestinales
El exceso de peso afecta la función digestiva produciendo diversas enfermedades gastrointestinales, tales como:
Reflujo gastroesofágico: Los pacientes con obesidad están más propensos a desarrollar reflujo gastroesofágico, especialmente cuando hay exceso de grasa abdominal, puesto que aumenta la presión intraabdominal.
Hígado graso no alcohólico: es producido por la acumulación de grasa en las células hepáticas, impulsada por alteraciones metabólicas, resistencia a la insulina y procesos inflamatorios crónicos.
Cálculos biliares: La obesidad aumenta la producción de colesterol, lo que favorece la formación de cálculos biliares.
Cáncer gastrointestinal: La obesidad se ha vinculado con un mayor riesgo de cáncer de esófago, estómago, hígado y colon debido a la inflamación crónica y el aumento de la producción de hormonas como la insulina y la leptina
9. Hipertensión arterial
La hipertensión arterial es una de las enfermedades más comunes relacionadas a la obesidad. La retención de sodio y agua, la resistencia a la insulina, inflamación crónica y la disfunción endotelial comunes en la obesidad pueden producir hipertensión arterial.
Esta enfermedad no siempre es producida por un exceso de peso, pero la mayoría de las causas tienen relación directa con un estilo de vida poco saludable, las cuales sí pueden desarrollar obesidad en el paciente.
10. Cambios en la piel – Acantosis nigricans
La acantosis nigricans son manchas oscuras y aterciopeladas en la piel, principalmente en áreas de pliegues como el cuello, las axilas, la ingle y los nudillos. Es una consecuencia directa de la resistencia a la insulina que afecta los receptores de insulina en la piel produciendo esas manchas oscuras.
La acantosis nigricans está estrechamente relacionada con la prediabetes, la diabetes tipo 2 y el exceso de grasa visceral; condiciones muy comunes en pacientes con obesidad.

Otros síntomas tempranos de obesidad
Sudoración excesiva
El exceso de grasa subcutánea dificulta la disipación del calor, lo que obliga al cuerpo a sudar más para regular su temperatura. Además, la obesidad está relacionada con una mayor activación del sistema nervioso simpático, lo que puede aumentar la sudoración, especialmente en áreas como axilas, rostro y espalda.
Evitar pesarte o hacer control de peso
Muchas personas con obesidad evitan la balanza por miedo o frustración, lo que puede llevar a una falta de control sobre su evolución. La negación o el desinterés por el peso corporal pueden retrasar la detección de problemas de salud y dificultar la adopción de hábitos saludables.
Alteraciones menstruales
El exceso de grasa corporal altera la producción de estrógenos y andrógenos, lo que puede causar ciclos irregulares, periodos abundantes o ausencia de menstruación. Además, la resistencia a la insulina, frecuente en la obesidad, está relacionada con trastornos como el síndrome de ovario poliquístico (SOP).
Usar ropa ancha
El uso de ropa holgada puede ser una forma de ocultar el aumento de peso o de sentirse más cómodo ante la incomodidad física o emocional. También puede reflejar una falta de conciencia sobre los cambios en la silueta corporal, evitando enfrentar la realidad del sobrepeso.
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