Síntomas y tratamiento de la fibrosis hepática
Síntomas y tratamiento de la fibrosis hepática
Síntomas y tratamiento de la fibrosis hepática
Síntomas y tratamiento de la fibrosis hepática

Síntomas y tratamiento de la fibrosis hepática

5 de set. de 2024

La salud del hígado es fundamental para el bienestar general de nuestro cuerpo, ya que este órgano desempeña múltiples funciones vitales, como la desintoxicación de la sangre, la producción de bilis y el almacenamiento de nutrientes. 

Sin embargo, cuando el hígado se ve afectado por enfermedades o afecciones crónicas, puede desarrollarse una condición conocida como fibrosis hepática. Este problema de salud no siempre presenta síntomas evidentes en sus etapas iniciales, lo que puede llevar a un diagnóstico tardío y complicar el tratamiento. 

En este artículo, trataremos en detalle qué es la fibrosis hepática, sus causas, síntomas, diagnóstico, tratamiento, factores de riesgo y cómo se relaciona con el sobrepeso y la obesidad.

¿Qué es la fibrosis hepática?

La fibrosis hepática es una afección caracterizada por la acumulación excesiva de tejido cicatricial en el hígado como respuesta a una lesión o daño continuo. Cuando el hígado sufre daños repetidos, ya sea por una infección, un consumo excesivo de alcohol, o enfermedades crónicas, el tejido hepático normal se reemplaza gradualmente por tejido fibroso. 

Este tejido cicatricial altera la estructura del hígado y afecta su capacidad para funcionar correctamente.

La fibrosis es un proceso progresivo, lo que significa que empeora con el tiempo si no se trata adecuadamente. En sus etapas avanzadas, puede evolucionar a cirrosis, una condición más grave y potencialmente mortal en la que el hígado se endurece y sufre una pérdida significativa de su función.

Causas de la fibrosis hepática

La fibrosis hepática puede ser causada por una variedad de factores que provocan daño continuo al hígado. Entre las causas más comunes se incluyen:

  • Hepatitis viral: La hepatitis B y C son infecciones virales que pueden causar inflamación crónica en el hígado, lo que lleva a la formación de tejido cicatricial.

  • Consumo excesivo de alcohol: El abuso prolongado de alcohol es una de las principales causas de fibrosis hepática. El alcohol daña las células hepáticas y, con el tiempo, el cuerpo reacciona produciendo tejido cicatricial.

  • Hígado graso no alcohólico (HGNA): Esta condición se caracteriza por la acumulación de grasa en el hígado en personas que no consumen alcohol en exceso. El HGNA puede progresar a esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), una forma más grave que causa inflamación y fibrosis.

  • Enfermedades autoinmunes: Condiciones como la hepatitis autoinmune o la cirrosis biliar primaria pueden desencadenar una respuesta inmunológica en la que el propio sistema inmunitario ataca las células hepáticas, provocando fibrosis.

  • Enfermedades genéticas: Algunas enfermedades hereditarias, como la hemocromatosis (acumulación excesiva de hierro) o la enfermedad de Wilson (acumulación de cobre), pueden causar daño hepático y llevar a la fibrosis.

  • Uso prolongado de ciertos medicamentos: Algunos medicamentos, especialmente aquellos que se metabolizan en el hígado, pueden causar daño hepático si se usan durante largos periodos, lo que podría resultar en fibrosis.

  • Infecciones parasitarias: Ciertas infecciones, como la esquistosomiasis, pueden afectar el hígado y conducir al desarrollo de fibrosis.

Síntomas de la fibrosis hepática

Uno de los mayores desafíos de la fibrosis hepática es que, en sus etapas iniciales, puede ser asintomática. Esto significa que muchas personas no son conscientes de que tienen fibrosis hasta que la condición ha progresado. 

Sin embargo, a medida que la fibrosis avanza, pueden aparecer una serie de síntomas:

  • Fatiga: La sensación de cansancio extremo o debilidad es uno de los primeros síntomas que pueden aparecer. Esto se debe a la disminución de la función hepática y a la acumulación de toxinas en el cuerpo.

  • Dolor abdominal: A medida que el tejido cicatricial se acumula, puede causar molestias o dolor en la parte superior derecha del abdomen, donde se encuentra el hígado.

  • Pérdida de apetito y peso: La fibrosis hepática puede afectar el apetito y llevar a una pérdida de peso no intencionada.

  • Náuseas y vómitos: Estos síntomas pueden aparecer debido a la acumulación de toxinas en el cuerpo que el hígado ya no puede filtrar de manera efectiva.

  • Ictericia: La ictericia, que se manifiesta como un tono amarillento en la piel y los ojos, es un signo de daño hepático avanzado. Ocurre cuando el hígado no puede procesar la bilirrubina, un pigmento amarillo producido durante la descomposición de los glóbulos rojos.

  • Hinchazón en las piernas y el abdomen: La fibrosis avanzada puede llevar a la acumulación de líquido en el abdomen (ascitis) y en las piernas (edema), debido a la disminución de la producción de proteínas por parte del hígado.

  • Confusión o problemas de memoria: En las etapas avanzadas de la fibrosis, la acumulación de toxinas puede afectar el cerebro, causando confusión, problemas de memoria o incluso cambios en el comportamiento, un trastorno conocido como encefalopatía hepática.

    Síntomas de la fibrosis hepática

Diagnóstico de la fibrosis hepática

El diagnóstico temprano de la fibrosis hepática es crucial para prevenir su progresión a cirrosis. Existen varias herramientas y pruebas que los médicos pueden utilizar para evaluar la salud del hígado y detectar la fibrosis:

Análisis de sangre

Los análisis de sangre pueden ayudar a evaluar la función hepática y detectar marcadores que sugieren la presencia de daño hepático. Las pruebas comunes incluyen la medición de enzimas hepáticas (ALT y AST), bilirrubina, y la albúmina, entre otras.

Elastografía hepática

Esta es una técnica de imagen no invasiva que utiliza ultrasonido o resonancia magnética para medir la rigidez del hígado. Un hígado más rígido es un indicio de fibrosis.

Biopsia hepática

Aunque es invasiva, la biopsia hepática es una de las formas más precisas de diagnosticar la fibrosis. Implica tomar una pequeña muestra de tejido hepático para examinarla bajo el microscopio. Sin embargo, debido a su naturaleza invasiva, esta prueba suele reservarse para casos en los que otras pruebas no son concluyentes.

Resonancia magnética (MRI)

Además de la elastografía, la resonancia magnética convencional puede proporcionar imágenes detalladas del hígado, ayudando a identificar cambios en la estructura hepática.

Tomografía computarizada (CT)

La tomografía computarizada es otra herramienta de imagen que puede ser utilizada para evaluar el estado del hígado y detectar la fibrosis.

FibroScan

Similar a la elastografía, el FibroScan es un dispositivo que mide la elasticidad del hígado utilizando ondas de ultrasonido. Es una prueba rápida y no invasiva que se realiza en la consulta médica.

Tratamiento de la fibrosis hepática

El tratamiento de la fibrosis hepática se centra en abordar la causa subyacente del daño hepático y prevenir la progresión de la fibrosis. A continuación, se presentan algunas de las estrategias de tratamiento más comunes:

Tratamiento de la causa subyacente

El primer paso en el manejo de la fibrosis hepática es tratar la causa subyacente del daño hepático. Por ejemplo, en el caso de la hepatitis viral, el tratamiento antiviral puede ayudar a reducir la inflamación y detener la progresión de la fibrosis. 

Si el consumo de alcohol es la causa, es crucial dejar de beber para prevenir un mayor daño hepático.

Medicamentos antifibróticos

Aunque actualmente no existen medicamentos aprobados específicamente para tratar la fibrosis hepática, la investigación está en marcha. 

Algunos medicamentos que están en desarrollo tienen como objetivo bloquear las vías moleculares que causan la formación de tejido cicatricial.

Cambios en el estilo de vida

Adoptar un estilo de vida saludable es fundamental para manejar la fibrosis hepática. Esto incluye mantener una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros, así como evitar el consumo de alcohol y drogas que puedan dañar el hígado. 

Además, el ejercicio regular ayuda a mantener un peso saludable y mejora la salud general del hígado.

Control del peso

Para aquellos con hígado graso no alcohólico o esteatohepatitis no alcohólica, la pérdida de peso es una parte crucial del tratamiento. 

Perder entre un 5% y un 10% del peso corporal puede reducir significativamente la inflamación y la fibrosis hepática.

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Evitar medicamentos hepatotóxicos

Es importante evitar medicamentos y sustancias que puedan causar daño hepático. 

Siempre debemos consultar con un médico antes de tomar cualquier medicamento nuevo, especialmente si ya tienes una enfermedad hepática.

Seguimiento médico regular

Las personas con fibrosis hepática deben someterse a un seguimiento médico regular para monitorear la progresión de la enfermedad y ajustar el tratamiento según sea necesario.

Trasplante de hígado

En los casos más graves, cuando la fibrosis ha progresado a cirrosis y el hígado ya no puede cumplir con sus funciones vitales, un trasplante de hígado puede ser la única opción de tratamiento.

Tratamiento de la fibrosis hepática

Factores de riesgo para la fibrosis hepática

El desarrollo de fibrosis hepática está influenciado por una serie de factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de que una persona experimente esta afección. 

Comprender estos factores es crucial para la prevención y el manejo de la enfermedad:

Infecciones virales crónicas

Las personas que padecen hepatitis B o C crónica tienen un mayor riesgo de desarrollar fibrosis hepática. Estas infecciones causan inflamación continua en el hígado, lo que con el tiempo puede llevar a la acumulación de tejido cicatricial.

Consumo excesivo de alcohol

El alcohol es una toxina que puede dañar las células hepáticas. El consumo excesivo y prolongado de alcohol es una de las principales causas de fibrosis hepática y cirrosis.

Obesidad y síndrome metabólico

El exceso de peso corporal, especialmente cuando se acompaña de síndrome metabólico (caracterizado por hipertensión, dislipidemia y resistencia a la insulina), es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de hígado graso no alcohólico y esteatohepatitis no alcohólica, que pueden evolucionar hacia fibrosis.

Diabetes tipo 2

Las personas con diabetes tipo 2 tienen un mayor riesgo de desarrollar fibrosis hepática debido a la estrecha relación entre esta enfermedad y el hígado graso no alcohólico.

Enfermedades autoinmunes

Las afecciones autoinmunes, como la hepatitis autoinmune o la cirrosis biliar primaria, pueden causar daño hepático que lleva a la fibrosis.

Factores genéticos

Algunas personas tienen una predisposición genética a desarrollar fibrosis hepática. Por ejemplo, las personas con antecedentes familiares de enfermedades hepáticas o ciertas enfermedades genéticas, como la hemocromatosis, están en mayor riesgo.

Exposición a toxinas y medicamentos

La exposición prolongada a ciertas toxinas, productos químicos o medicamentos que son metabolizados por el hígado puede aumentar el riesgo de daño hepático y fibrosis.

Envejecimiento

A medida que envejecemos, nuestro hígado se vuelve más vulnerable al daño, lo que puede aumentar el riesgo de fibrosis hepática, especialmente si otros factores de riesgo están presentes.

Obesidad y fibrosis hepática: ¿Qué relación tienen?

El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo importantes para el desarrollo de fibrosis hepática. La acumulación de grasa en el hígado, conocida como hígado graso, es común en personas con sobrepeso u obesidad, y en muchos casos, esta condición puede progresar hacia esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), que implica inflamación y daño hepático.

Cuando el hígado graso se complica con la inflamación, la progresión hacia fibrosis se acelera. Esto se debe a que el exceso de grasa en el hígado provoca un estado de estrés oxidativo y resistencia a la insulina, lo que conduce a la activación de procesos inflamatorios y fibrogénicos. 

Además, la obesidad puede contribuir a la disfunción de las células hepáticas y aumentar la susceptibilidad del hígado a otros factores de riesgo, como las infecciones virales o el consumo de alcohol.

La buena noticia es que la relación entre el peso y la fibrosis hepática también ofrece una oportunidad para la intervención. La pérdida de peso, incluso en pequeñas cantidades, puede tener un impacto positivo en la reducción de la grasa hepática, la inflamación y la fibrosis.

Estudios han demostrado que la pérdida del 5% al 10% del peso corporal puede mejorar significativamente la salud hepática y revertir parcialmente la fibrosis en personas con EHNA.

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La fibrosis hepática es una condición silenciosa pero potencialmente peligrosa que puede evolucionar hacia complicaciones más graves si no se trata a tiempo. 

Por eso, la mejor manera de prevenir esta condición es manteniendo un peso saludable. Además, la pérdida de peso mejora considerablemente esta condición. 

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