Hernia discal: Una patología común en personas con sobrepeso
La hernia discal es una patología muy común en las personas que sufren de obesidad y sobrepeso. Esto sucede porque las estructuras musculoesqueléticas son afectadas por el peso y la mala postura, generando problemas en la columna.
Aunque no es una patología exclusiva de las personas con sobrepeso, la obesidad se encuentra entre las principales causas.
En este artículo, abordaremos qué es una hernia discal, sus causas, síntomas, quiénes son más propensos a sufrirla, la relación entre la obesidad y esta patología, los tratamientos disponibles, las posibles complicaciones, y cómo prevenirla, incluyendo los ejercicios que deben evitarse.
¿Qué es una hernia discal?
Una hernia discal ocurre cuando una parte del disco intervertebral se desplaza o se rompe, presionando los nervios cercanos. Los discos intervertebrales son estructuras gelatinosas ubicadas entre las vértebras de la columna vertebral. Actúan como amortiguadores, absorbiendo el impacto durante los movimientos diarios, como caminar, correr o levantar objetos.
Cuando uno de estos discos se hernia, el núcleo interno, que es blando y gelatinoso, se escapa a través de una fisura en el anillo externo, que es más duro. Este material desplazado puede presionar los nervios circundantes, causando dolor, entumecimiento o debilidad en las extremidades.
Causas de la hernia discal
Puede ser provocada por diversas causas, entre las cuales tenemos:
Degeneración del disco: Con el envejecimiento, los discos intervertebrales pierden parte de su contenido de agua, volviéndose menos flexibles y más propensos a roturas.
Lesiones traumáticas: Un golpe fuerte en la espalda, una caída, o levantar objetos pesados de manera incorrecta pueden desencadenar la rotura de un disco.
Esfuerzo físico excesivo: Actividades que impliquen un esfuerzo repetitivo, como levantar pesas o realizar movimientos de torsión, pueden aumentar el riesgo de una hernia discal.
Factores genéticos: Algunas personas nacen con una predisposición genética a tener discos intervertebrales más débiles, lo que incrementa el riesgo de hernia.
Obesidad: El exceso de peso pone una presión adicional en la columna vertebral, especialmente en la zona lumbar, aumentando el riesgo de hernia discal.
Síntomas de la hernia discal
Los síntomas de una hernia discal varían dependiendo de la ubicación y la gravedad de la afección. Los más comunes incluyen:
Dolor localizado: El dolor suele concentrarse en la zona afectada de la columna, ya sea en la región cervical, dorsal o lumbar.
Dolor que se irradia: Cuando la hernia discal presiona un nervio, el dolor puede irradiarse hacia otras partes del cuerpo, como brazos o piernas.
Entumecimiento o hormigueo: Las personas pueden experimentar sensaciones de adormecimiento o cosquilleo en las áreas inervadas por los nervios afectados.
Debilidad muscular: En algunos casos, los músculos controlados por los nervios comprimidos pueden debilitarse, lo que podría dificultar la realización de ciertas actividades.
Síntomas graves de la hernia discal
En situaciones más severas, una hernia discal puede causar síntomas graves que requieren atención médica inmediata:
Síndrome de cauda equina: Esta es una complicación rara pero grave que ocurre cuando una hernia discal comprime las raíces nerviosas en la parte inferior de la columna vertebral. Puede causar incontinencia urinaria o fecal, y pérdida de sensibilidad en la parte interna de los muslos, los glúteos o los genitales.
Pérdida de movimiento: En casos extremos, la hernia de este tipo puede provocar una pérdida significativa de fuerza muscular, dificultando el movimiento de las extremidades.
Dolor intenso e incesante: Si el dolor no mejora con el reposo o los tratamientos convencionales, y se vuelve insoportable, podría ser indicativo de un daño nervioso más serio.

¿Quiénes sufren de hernia discal?
La hernia discal puede afectar a personas de cualquier edad, pero es más frecuente en adultos de entre 30 y 50 años. Factores de riesgo como el envejecimiento, el estilo de vida sedentario, el sobrepeso, y ciertos trabajos que implican levantar objetos pesados o realizar movimientos repetitivos pueden incrementar la probabilidad de desarrollar esta patología.
Los hombres suelen estar ligeramente más predispuestos que las mujeres a sufrir una hernia discal, posiblemente debido a diferencias en la distribución de peso y la carga física. Además, aquellos con antecedentes familiares de hernia discal también corren un mayor riesgo.
Obesidad y hernia discal
La obesidad juega un papel crucial en el desarrollo de la hernia discal. El exceso de peso corporal genera una sobrecarga constante en la columna vertebral, especialmente en la región lumbar. Esta presión adicional puede acelerar la degeneración de los discos intervertebrales y aumentar la probabilidad de que se hernien.
Además, la obesidad puede agravar los síntomas de una hernia discal existente. La carga extra sobre la columna vertebral no solo incrementa el dolor, sino que también puede hacer más difícil el proceso de recuperación. Las personas con obesidad también tienen un mayor riesgo de desarrollar complicaciones asociadas con esta afección.
Tratamiento de la hernia discal
El tratamiento de una hernia discal puede variar dependiendo de la gravedad que puedas presentar. Los enfoques más comunes que recomendamos son:
Medicamentos
Los analgésicos y los antiinflamatorios no esteroides (AINE) son generalmente el primer paso para aliviar el dolor y la inflamación asociados con una hernia discal. En casos más graves, pueden recetarte medicamentos opioides o inyecciones de corticosteroides.
Fisioterapia
Un fisioterapeuta puede ayudar a diseñar un programa de ejercicios que fortalezca los músculos que sostienen la columna vertebral, mejorando así la movilidad y reduciendo el dolor que puedas estar sintiendo.
Reposo y cuidados domiciliarios
En algunos casos, el reposo y la aplicación de frío o calor en la zona afectada pueden ayudar a reducir los síntomas. Sin embargo, te recomendamos no permanecer inactivo por largos períodos, ya que esto puede empeorar tu condición.
Cirugía
Si el tratamiento conservador no mejora tus síntomas, o si son graves, puede ser necesario realizar una cirugía. Los procedimientos quirúrgicos suelen incluir la discectomía, en la que se extrae parte o la totalidad del disco herniado, o la fusión vertebral, para estabilizar la columna vertebral.
Complicaciones y riesgos de la hernia discal
Si no se trata adecuadamente, una hernia discal puede llevar a complicaciones graves. Algunas de las posibles complicaciones incluyen:
Daño nervioso permanente: La compresión continua de los nervios puede llevar a un daño irreversible, resultando en pérdida permanente de la función en las áreas afectadas.
Discapacidad: El dolor crónico y la debilidad muscular pueden dificultar la realización de actividades diarias, llevando a una disminución significativa en la calidad de vida.
Recurrencia: Incluso después de recibir tratamiento, existe la posibilidad de que la hernia discal vuelva a ocurrir, especialmente si no se toman medidas preventivas adecuadas.
Prevención de la hernia discal
Aunque no siempre es posible prevenir una hernia discal, existen medidas que pueden reducir significativamente el riesgo.
Mantener un peso saludable
El control del peso es fundamental para reducir la presión sobre la columna vertebral. Una dieta equilibrada y un programa regular de ejercicio pueden ayudar a mantener un peso adecuado.
Ejercicio regular
Fortalecer los músculos que sostienen la columna vertebral, especialmente los abdominales y los músculos de la espalda baja, puede proporcionar un mayor soporte y reducir el riesgo de hernias discales.
Buena postura
Mantener una postura adecuada al sentarse, pararse y levantar objetos puede reducir el estrés en la columna vertebral y prevenir lesiones.
Evitar movimientos repetitivos
Si es posible, eviten los movimientos repetitivos que puedan poner en tensión la columna vertebral. Si deben realizar actividades que impliquen esfuerzo físico, asegúrense de utilizar técnicas adecuadas para levantar objetos.
Cuidar la salud de la columna vertebral
Evitar el tabaco y mantener una buena hidratación son esenciales para preservar la elasticidad y salud de los discos intervertebrales.

Ejercicios prohibidos para personas con hernia discal
Ciertas actividades físicas pueden agravar una hernia discal o aumentar el riesgo de sufrir una. Es importante que evitemos los siguientes ejercicios si sufrimos de esta afección:
Levantamiento de pesas pesadas
Cualquier ejercicio que implique levantar objetos pesados, especialmente con la espalda inclinada, puede ejercer una presión indebida sobre nuestra columna vertebral.
Torsiones de columna
Movimientos que impliquen torsiones o giros bruscos de la columna, como en ciertos deportes o ejercicios de yoga, deben ser evitados, ya que pueden agravar la hernia discal. Las torsiones excesivas pueden empeorar la compresión de los nervios y aumentar el dolor.
Ejercicios de alto impacto
Actividades como correr, saltar, o practicar deportes de contacto, pueden incrementar la presión sobre nuestros discos intervertebrales y empeorar los síntomas. Es preferible que optemos por ejercicios de bajo impacto, como caminar o nadar.
Flexiones de espalda en extremo
Ejercicios que impliquen doblar excesivamente la columna vertebral hacia adelante o hacia atrás, como las flexiones profundas o las extensiones de espalda, pueden agravar la condición.
Sentadillas con peso
Las sentadillas con peso pueden ejercer una presión significativa en la zona lumbar, lo que puede ser perjudicial para aquellos con una hernia discal. Si se realizan, es crucial mantener una técnica perfecta y evitar cargas pesadas.
Conclusión
La hernia discal es una patología común que puede afectar a muchas personas, y aquellos con sobrepeso son particularmente susceptibles a desarrollarla. La comprensión de lo que es una hernia discal, sus causas y síntomas, así como las formas de tratamiento y prevención, es esencial para manejar esta condición de manera efectiva.
Aunque puede ser dolorosa y limitante, con el tratamiento adecuado y los cambios en el estilo de vida, podremos llevar una vida activa y saludable.
Es fundamental que si sufres de hernia discal consultes con un profesional de la salud para recibir un diagnóstico preciso y un plan de tratamiento personalizado.
La prevención, a través del mantenimiento de un peso saludable, la práctica regular de ejercicio y el uso de técnicas adecuadas para las actividades diarias, juega un papel clave en la reducción del riesgo de desarrollar una hernia discal o de agravar una existente.
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